El de hoy es un partido trampa. Trampa por que, a priori, el Zaragoza es un rival más que asequible para la actual plantilla nervionense. Trampa por que resulta que el miércoles tiene el Sevilla la oportunidad de volverse a colar en una final. Y trampa por que a Jiménez le han envuelto en azúcar después de su acierto con el famoso cambio de Negredo por Romaric en la ida de la semifinal. De vez en cuando, a Jiménez le dan uno de esos ya famosos ataques de entrenador y te coloca una alineación solamente útil en la imaginación del de El Arahal. Todos recordamos la alineación contra el Betis o el Barcelona, o esa dupla Romaric-Duscher. Siendo sinceros y claros, estos ataques han sido los menos. Y que conste que lo dice un jimenista.
El Sevilla saldrá a La Romareda conociendo la victoria del Valencia ante el Valladolid de Onésimo (que parece que se ha comido a sí mismo varias veces). Sabe que no puede dejar de hacer la goma con los valencianos. Una derrota sería desandar el camino acortado la semana pasada y hacer que los que callaron el miércoles pasado salgan con sus gritos y sus venas hinchadas a lo patiño. No hay que darle motivos para ello si no que hay que seguir dando alegrías a la hinchada.
Gay ya ha dejado ver que le tiene más miedo al ataque sevillista que a un mono con una gillette. La fragilidad defensiva de un Zaragoza le está mermando en liga donde no está realizando un mal fútbol pero al que los resultados no le acompañan. Esperemos que sigan así al menos una semana más.
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