viernes, 25 de septiembre de 2009

Al checo le dimos un baño que no es lo mismo que un baño checo

Había una vez, en un pequeño pueblecito llamado Fútbol, un central llamado Tomás. Resulta que Tomás jugaba en un equipo italiano y un equipo andaluz lo quería. El equipo italiano pedía muchos "jurdeles" y mucha manteca, pero al pequeño central solo le quedaba un año de contrato así que él y el equipo del sur de España pensaron que era mejor esperar un año y firmaron un precontrato. Cosa por cierto que no está muy bien vista por el gran regidor FIFA y, a todas luces, ilegal. Pero hete aquí, que un director deportivo de un equipo de la capital, cuyo máximo trabajo es rebuscar por internet qué jugadores interesan al equipo andaluz, le ofreció a Tomás el oro y el moro. Que si te vas a venir a la capital, que si el otro equipo va cuesta abajo, que con nosotros ganarás títulos, que si somos el glorioso, que si te pago más.... Tomás cayó en la trampa del malvado (de malo) equipo de la capital. Pero el equipo andaluz, sevillano para más señas, se rehizo y contrató a otro central. Muy malo no tenía que ser este central francés, cuando era el capitán de su equipo que había ganado unas cuantas ligas consecutivas y era internacional con su selección. Pero Tomás se encontraba confiado en que su decisión era la acertada.
Resulta que el equipo sevillano ganó más partidos que el equipo de la capital. Y se clasificó para la Champions sin ronda previa. Y, claro está, denunció a Tomás por incumplimiento de contrato. A Tomás esto le sentó muy mal por que veía que se había equivocado y se temía lo peor. Estando de vacaciones en su país, tuvo que ir a Sevilla a declarar, pero como era verano y la administración es así de chula, la jueza estaba de vacaciones y nadie lo sabía. Y Tomás se volvió a su pueblo muy cabreado, sabiendo que la cosa estaba muy malita como diría Chiquito. Y el juicio se celebró. Y Tomás perdió, como pierde su equipo muchas veces, y tuvo que pagarle al equipo sevillano mucho dinero. Y encima su equipo ahora perdía muchas veces. Y la gente le abucheaba. Y Tomás estaba más mosqueado que un mono revolviendo en un cubo lleno de cáscaras.
Así que esta es la historia de como Tomás se convirtió en el tonto del pueblo.
Colorín colorado Tomás ha sido sentenciado.

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