miércoles, 25 de agosto de 2010

Y ahora, ¿qué?

Cuando se supedita una temporada a lo estrictamente económico por encima de lo deportivo dejamos de hablar de fútbol. Si encima tiras por la borda un título como es la Supercopa de España (título menor para algunos pero no para nosotros que no tenemos ni una decena de ellos) el fracaso, o ridículo como prefieran, de ayer es evidente. Si la columna vertebral de tu equipo tiene más año que el mosaico de preferencia es que no se están haciendo las cosas bien. Cuando tu portero, que te ha dado más que quitado, falla en tres de cuatro goles, cuando tus centrales son más lentos que el caballo del malo, cuando tu centrocampista organizador es diésel y tu delantero centro es una sombra debido a sus convicciones religiosas es normal que pase lo que pasó.
Álvarez ha sido renovado simplemente por que Rodri metió un gol en el minuto 94 ante un Almería que ocupaba una mediocre posición en la Liga y ganar la Copa del Rey, esta sí de manera brillante, ante un Atlético de Madrid que venía de ya ganar un título y sin presión alguna. Los números no avalan la trayectoria del marchenero. Catorce partidos oficiales, siete victorias y siete derrotas con 27 goles en contra y 31 a favor. Es decir, ni chicha ni limoná. Un sistema de juego enclaustrado en el 4-4-2 que te obliga a jugar por las bandas como en los mejores días de Rafa Paz y Soler colgando balones para que un Suker o un Zamorano remataran. No hay continuidad entre la línea del centro del campo y los delanteros que se mueven aislados por si cae alguna cerca. Los jugadores, que deberían haber estado como motos en estos cuatro últimos partidos, no podían con la camiseta al final de la segunda parte.  Algo sigue fallando en esta parcela.
Ha pasado un verano y no se han dado soluciones al centro del campo. El racaneo de Del Nido con Borja Valero, contrastado y cerebro del Mallorca el año pasado, ha costado que tengamos la versión blanca de Romaric. Dabo, un lateral más que limitado, fue de los mejores ayer simplemente por vergüenza torera, por casta y coraje, eso que hace mucho tiempo que no se ve en el Sánchez Pizjuán. O cambian las cosas o la temporada va a ser muy larga.